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El cazador levantó la cabeza y miró para todos lados, buscando de dónde provenía esa voz. Asustado por la oscuridad, echó más ramas al fuego para intimidar a cualquier animal que pudiera acercarse a interrumpir su sueño. Fue tanto lo que sumó a la hierba seca que, ni bien soltó la última rama al fuego, vio encenderse en llamas todo el pastizal que lo rodeaba.
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